Vas con tu bici rodando tranquilo y ves a tu alrededor perros que corretean sin rumbo cerca del carril bici, otros que te ladran como si fueras una pieza de caza y algunos que se cruzan sin prestarte atención alguna. Es parte de la realidad a la que nos enfrentamos cada día los ciclistas. Quizás no le hayas prestado la atención suficiente, pero si escribo este post es porque ya he sufrido dos caídas importantes por cruces inesperados de perros. Mi conclusión de esas caídas y de la observación diaria es que los perros representan un importante peligro para nuestra integridad física. Perros y ciclismo no son los mejores compañeros de viaje, como veremos a continuación.
Y, ante todo, quiero dejar constancia de que soy un amante de los animales y que seguramente el peligro que representan los perros para el ciclismo tiene una conexión directa con el civismo de sus dueños. Y que, cuando un perro se le cruza a un ciclista, el responsable no es el perro, faltaría más, sino la persona que se responsabiliza de él.
Dicho esto, vamos a relatar las que considero que son las situaciones de riesgo de esta combinación explosiva de perros y ciclismo.
Perros en parques o zonas arboladas
Este es, en mi opinión, y por las experiencias vividas, el lugar más peligroso para el ciclista. Son lugares en los que las personas que cuidan de los perros los suelen dejar en libertad para que correteen a sus anchas. Y ahí, entre árboles, arbustos y demás elementos que quitan visibilidad, un perro puede aparecer de la nada en cualquier momento. Si es media tarde o noche, con menor visibilidad, el peligro se multiplica.
La precaución en este caso sería circular despacio cuando no haya buena visibilidad. En el caso de que surja cualquier imprevisto, esa velocidad menor nos dará mayor margen de actuación a la hora de frenar o de esquivar al perro de turno.
Perros en carriles bici
Es el lugar donde perros y ciclismo están prácticamente obligados a convivir. Muchas zonas de carriles bici se ubican en espacios abiertos junto a parques y zonas recreativas donde los perros sacan a pasear a sus dueños. ¿O era al revés? El caso es que los carriles bici urbanos representan un gran peligro, ya no solo por los perros, que también, sino por la cantidad de personas que invaden el carril, por los niños que se cruzan como si el carril fuera una zona más de juegos o por la propia irresponsabilidad, también hay que decirlo, de algunos ciclistas que marchan demasiado rápido por zonas de poca visibilidad o sin prestar la atención necesaria a su entorno.
Centrándonos en el apartado perros y ciclismo, hay que andarse con mil ojos por un carril bici. Mirada alta, atención plena y, si es de noche, iluminación potente. Toda precaución es poca.
Perros solitarios que aparecen en lugares inhóspitos
Otra posibilidad de peligro de esta combinación explosiva de perros y ciclismo no va ya ligada al accidente, sino a la posibilidad de ser atacado. Esto puede ocurrir realmente en cualquier lugar, pero por mi experiencia destacaría ese perro que aparece cuando marchas con la mtb en un camino inhóspito, donde no hay nada ni nadie, salvo precisamente ese perro. Aparece de la nada y comienza a perseguirte. Si no consigues deshacerte de él por velocidad o dándole esquinazo en algún cruce, la última posibilidad es bajarse, protegerte con la bici delante y ver si así se calma. El instinto del perro puede confundir a un ciclista con una presa de caza y, al ver que su potencial presa simplemente se detiene, podemos desconectar ese mecanismo instintivo del perro. Si eso no lo soluciona, el caso ya es complicado y habría que preguntar qué hacer al mítico entrenador de perros. Un personaje para la leyenda, sin duda 🙂
El ciclista que lleva un perro atado a la bici
Sí, a veces somos nosotros mismos los que nos ponemos palos en las ruedas, como ese perfil de ciclista que se adentra en el carril bici con su perro atado a la bicicleta. Atado pero con una capacidad de movimiento del perro de dos metros. Son situaciones que se suelen manejar con cierta sencillez adelantando al ciclista, pero la reacción de un animal puede resultar imprevista, y al hacer el adelantamiento el perro puede asustarse y hacer movimientos extraños, por lo que mi consejo es hacer algún ruido previo antes de adelantar para que nadie se asuste ni se sorprenda, y luego adelantar rápido para minimizar el tiempo de riesgo y pasar página a la situación.
En definitiva, los perros y el ciclismo son malos compañeros de viaje. Atropellar a un perro puede ocasionar un accidente grave y puede suceder en cualquier momento y lugar. No se trata de obsesionarse y de ir buscando perros por las esquinas, pero sí de ser consciente del peligro que representan en nuestro deporte. En todo caso, por mucha atención que pongamos, los accidentes pasan y si un perro sale corriendo de un arbusto y se cruza, poco se puede hacer. Por tanto, el peligro se puede minimizar con precaución pero no es ni mucho menos evitable. Os lo digo por experiencia.
¿Y tú? ¿Has tenido alguna situación complicada con un perro? ¡No dudes en contárnosla en los comentarios!