Hace algo más de dos años estaba buscando unas gafas graduadas para mis salidas en mtb y me topé con unas gafas marca Evaney que cumplían los requisitos que buscaba. Amplias para no dejar pasar el aire, una cuestión vital en el ciclismo, y con tres pantallas (blanca, oscura y amarilla) para poder usarlas de día, de noche y con tiempo nublado. Además, al ser unas gafas para uso deportivo, tampoco quería gastarme un pastizal, de ahí que eligiera este formato kit, es decir, una especie de minigafa interior que va graduada y que se puede enganchar a cualquiera de las tres pantallas.
Este formato es más económico que las que llevan la graduación directamente en la pantalla. Las gafas deportivas son curvas y redondeadas y la graduación directa sobre sus cristales encarece bastante el precio final. El formato kit, al llevar graduada la parte interior, más pequeña y recta, supone un precio más económico. El precio que pagué por ellas fue en torno a los 130 euros.
Pero tras el pago empezaron los problemas. A los pocos meses, estando en garantía, se partió por primera vez el plástico donde se inserta el clip graduado. Acudí a la óptica donde la compré, que no voy a citar porque en todo momento el dependiente fue consciente de la mala calidad del producto y se portó conmigo de una forma profesional y cercana. En la óptica contactaron con la marca y sin ningún problema me ofrecieron una nueva pantalla sin coste.
Yo pensaba que había tenido mala suerte con esa rotura y que ahí se acabarían los problemas, pero no, a partir de ahí empezó el calvario. Cada pocos meses se volvía a romper el plástico encargado de hacer clic y otra vez a repetir la misma historia. Así una y otra vez. Durante los dos años que duró la garantía, fueron varias veces las que tuve que repetir el mismo proceso. Óptica, petición de pantalla nueva de repuesto y varios días sin gafas hasta que el proceso volvía a terminar.
Y así hasta que pasaron los dos años de garantía. Ya sin garantía, volvió a suceder lo mismo y esta vez me tocó pagar la pantalla nueva. Y al poco tiempo, otra vez, momento en que llegué al límite del aguante. Busqué directamente cómo contactar con la marca sin pasar por la óptica y, como no encontré página web, al menos si vi que tenían página en Facebook. Contacté con ellos para buscar una solución, quedaron en llamarme, pero resulta que su horario es únicamente de 8 a 15.00 y como era un horario incompatible con el mío no pudieron ni llegar a contactar conmigo.
Pero ya no hace ni falta, cambié mis gafas por otras de la marca Demon que ya os contaré en algún post futuro cómo están funcionando, aunque de momento no se rompen con el paso del tiempo, algo que nunca conseguieron las fastidiosas Evaney.
Por tanto, si unas gafas Evaney se cruzan en tu camino, duda de su calidad. Parecen la compra perfecta por su precio, estética y el pack de tres pantallas que ofrecen, pero el mecanismo de encaje del clip con la pantalla es una estafa. Por lo que esa compra solo te servirá para hacer bueno el dicho de “el pobre paga dos veces”, como me ha pasado a mi.